1991 | BMW K 75 S

Cuando uno piensa en los años 90, piensa en el techno, la caída del Muro y esa época extraña en la que los motoristas creían que la aerodinámica era más importante que el carácter. En ese contexto nació la BMW K 75 S, una moto tan equilibrada y fiable que fue casi demasiado buena para convertirse en un icono.

El tres cilindros – Un reloj suizo con cafeína

Era el modelo medio de BMW, pero se comportaba como una grande. Su motor tricilíndrico de 740 cc y 75 CV, refrigerado por líquido, era suave, duradero y casi indestructible – una muestra de la ingeniería alemana en su máxima expresión.

Pero esta no es una K 75 S cualquiera. Es un “Perfect Works Custom Project”, lo que significa que alguien decidió hacerla perfecta: ligera, pura, elegante.

Menos es más – Sin ABS, sin artificios

El objetivo era claro: simplicidad y pureza. Por eso se eligió una unidad de primer propietario, año 1991, 36 200 km, toda la documentación original. Sin ABS – a propósito. El sistema antiguo era pesado y molesto; mejor centrarse en el placer de conducción.

Diseño – El purismo bávaro

El resultado es una moto que rinde homenaje a la esencia de conducir: sin carenados innecesarios ni electrónica superflua. Solo hombre y máquina.

Líneas limpias, acabado impecable, cada tornillo con intención. Arte funcional, hecho para rodar.

Conclusión – Para quienes no aceptan lo común

Esta K 75 S no es para presumir, es para sentir. Para quienes valoran el alma y la historia por encima de las cifras.

Si buscas una BMW que te emocione y que parezca salida de un café en Brooklyn o de un taller en Tokio, ésta es la tuya. Pero cuidado: no es una moto diaria. Es una declaración sobre dos ruedas.