Bond Bug coches clásicos en venta
El Bond Bug destaca entre los microcoches británicos por su diseño futurista de tres ruedas, su techo abatible y su carácter divertido, ideal para quienes buscan un clásico diferente con presencia indiscutible.
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1972 | Bond Bug
1972 Bond Bug 850ES
1973 | Bond Bug
1973 | Bond Bug
1973 Bond Bug 700. MOT April 2020 With No Advisories
1971 | Bond Bug
1971 BOND BUG 700. Only 2,000 Miles In The Last Ten Years. Fresh MOT Upon Sale
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Crear anuncioHistoria del Bond Bug
El Bond Bug se produjo entre 1970 y 1974, primero en la factoría de Bond Cars Ltd y, posteriormente, en la de Reliant en Tamworth. Concebido por el diseñador Tom Karen de Ogle Design, el Bug nació en pleno auge de los microcoches británicos con el objetivo de ofrecer una alternativa llamativa a los utilitarios convencionales. Su distintiva carrocería de fibra de vidrio, montada sobre un chasis de tres ruedas, y el techo que se levanta completamente hacia adelante junto al parabrisas, lo hacen único en la historia del automóvil británico. Reliant continuó la producción tras la adquisición de Bond, manteniendo el concepto original intacto hasta el fin de fabricación en 1974.
Evolución de la gama Bond Bug
El Bond Bug no tuvo un verdadero predecesor directo, pues fue un desarrollo completamente nuevo pensado para romper esquemas. No obstante, hereda parte de la mecánica Reliant que sí estaba presente en otros vehículos de la marca. A lo largo de su corto periodo de producción fueron lanzadas varias versiones, entre ellas la 700E y la 700ES, esta última la más equipada y valorada hoy en día. El modelo se mantuvo sin sucesor tras su cese, consolidándose en el recuerdo como el microcoche de tres ruedas más audaz de su época.
Particularidades del Bond Bug
El Bond Bug se caracteriza por su estética angulosa y su naranja chillón, colores y formas completamente fuera de lo habitual. La apertura del techo de una sola pieza y la ausencia de puertas convencionales acentúan su singularidad. Con apenas dos metros y medio de longitud, su tamaño reducido y su distribución ligera garantizaban agilidad en ciudad. La producción limitada y la corta vida comercial contribuyen a su rareza actual.
Según los datos de nuestro marketplace, el 100% de los modelos Bond listados corresponde exclusivamente a la serie Bug, mostrando que es la única y auténtica referencia de la marca tanto en oferta (supply) como en la demanda (demand), con un 100% de las visitas y anuncios, lo que lo convierte en el auténtico epicentro del universo Bond.
Datos técnicos del Bond Bug
Ediciones especiales y versiones destacadas
La versión más apreciada por los entusiastas es la 700ES, que incorporaba mejoras de acabado frente a la 700E. Ejemplares en perfecto estado o modelos 700ES suelen alcanzar las máximas cotizaciones debido a su equipamiento específico y menor número de unidades fabricadas.
Puntos débiles y problemas comunes
El Bond Bug, pese a su fiabilidad general, presenta ciertas áreas a revisar especialmente si se busca un ejemplar bien conservado:
- Carrocería de plástico reforzado con fibra de vidrio: tendencia a fisuras por estrés y malas reparaciones, especialmente en las bisagras de las puertas y los anclajes del portón.
- Chasis y suspensión: grosor de los amortiguadores y casquillos de goma suelen deteriorarse con facilidad, y las vibraciones producen desgaste acelerado.
- Motor y transmisión: fugas de aceite por la zona del cigüeñal y la tapa del cilindro; la carburación y el encendido tienden a fallar tras largos periodos sin uso.
- Sistema eléctrico: conexiones y portafusibles oxidados, problemas recurrentes en bocina y pilotos traseros.
- Interior: asientos frecuentemente desgastados y techos corredizos susceptibles a filtraciones.
Los repuestos siguen disponibles en especialistas Reliant, aunque algunos componentes pueden tener precios elevados.
En el mercado español, los proyectos de restauración parten de los 3.000-5.000 €, mientras que los ejemplares en buen estado oscilan entre 7.000 y 12.000 €. Versiones 700ES totalmente restauradas pueden alcanzar los 15.000 €.
Motor, transmisión y comportamiento dinámico
El Bug se mueve gracias al bloque Reliant de cuatro cilindros, sencillo y fácil de mantener. Su peso ligero y su bajo centro de gravedad favorecen una conducción divertida, aunque limitada por su configuración de tres ruedas. El eje trasero recibe la fuerza mediante una caja de cambios manual, y la dirección directa hace que los movimientos sean precisos, aunque puede aparecer juego si las rótulas no están en buen estado. Suspensión simple pero eficaz siempre que se mantenga correctamente. Aunque las prestaciones no sean deportivas (con una velocidad punta por debajo de 120 km/h), el disfrute reside en la experiencia de conducción pura y desenfadada. Las versiones más buscadas son la 700E y, especialmente, la 700ES por el mejor equipamiento y acabado interior.
Diseño exterior e interior, confort y accesorios
El Bond Bug rompió moldes con su carrocería de líneas geométricas y color naranja intenso (el más característico), obra de Tom Karen en Ogle Design. El acceso a bordo se realiza mediante un techo abatible, fórmula inusual incluso en el segmento de los microcoches. El habitáculo es espartano, con asientos tapizados en vinilo y una instrumentación minimalista. Los materiales privilegian la ligereza sobre el confort, lo que refuerza el carácter lúdico del vehículo. Entre los elementos más apreciados por los coleccionistas figuran las llantas específicas y la capota de carácter deportivo.
Otros aspectos relevantes
El Bond Bug se reconoce en la cultura pop como símbolo de los años 70 británicos y, aunque se produjeron menos de 2.300 unidades, su singularidad lo ha convertido en objeto de atención mediática y de exposiciones históricas del automóvil. La comunidad internacional de entusiastas sigue activa, facilitando acceso a recambios y documentación técnica.
Resumen final
El Bond Bug es una pieza inconfundible de la industria automovilística británica, dirigida a quienes buscan un coche clásico irrepetible tanto por diseño como por concepto. Si bien su mantenimiento requiere atención especial en ciertos apartados, la disponibilidad relativamente buena de recambios y la vitalidad de la comunidad de entusiastas facilitan su conservación. Quien desee adquirir un Bond Bug debe valorar tanto su aspecto visual como, sobre todo, el estado técnico del chasis, la mecánica y el sistema eléctrico.