1967 | Mercedes-Benz 250 SE

Este exquisito Mercedes-Benz 250 SE de 1967, cumbre de la evolución de la saga W108 desde los “Fintail” hacia la más estilizada serie “Heckflosse”, es un testimonio vivo de la precisión alemana y el lujo atemporal.

Nacido de las manos visionarias de los ingenieros de Mercedes en Stuttgart, este sedán no es solo un automóvil; es una pieza rodante del modernismo de mitad de siglo XX. Con su interior y exterior originales conservados en muy buen estado, este 250 SE captura la auténtica pátina de un clásico bien cuidado: sutiles señales de la edad que susurran historias de viajes apasionados en lugar de exigir restauración.

Como vehículo histórico homologado bajo la normativa ITV (MOT) española, disfruta de validez indefinida, liberándole de las molestias de las inspecciones anuales y permitiendo un disfrute puro e inalterado en carretera abierta.

Imagine deslizarse por los paisajes bañados de sol de los sinuosos caminos costeros del sureste español, donde la presencia del 250 SE impone admiración sin ostentación.

Su icónica silueta —larga, baja y perfectamente proporcionada— gira cabezas en cada semáforo, reunión de clásicos o café junto al mar.

Los detalles cromados brillan con un lustre suave y vivido, enmarcando los paneles de carrocería de acero moldeados a mano que han resistido el paso del tiempo con dignidad. Este Mercedes cuenta con un chasis libre de óxido gracias a la legendaria construcción en acero galvanizado de Mercedes, una rareza incluso entre contemporáneos que combatían la corrosión con mucho menos éxito.

Con 500,9 cm de longitud, 179,6 cm de anchura y una altura de apenas 140 cm sobre una batalla de 275 cm, exuda la postura serena de un gran turismo disfrazado de berlina.

La característica parrilla Mercedes ancla la fascia delantera, flanqueada por faros dobles redondos que perforan el crepúsculo con claridad cristalina.

Los asientos están tapizados en su cuero original color crema Mercedes; el salpicadero alberga el clásico cuadro de instrumentos VDO: velocímetro que alcanza los 220 km/h, tacómetro con zona roja en 6200 rpm y relojes auxiliares para combustible, temperatura y presión de aceite, todos iluminados con luz indirecta y suave para una elegancia nocturna. El aire acondicionado era opcional en 1967, pero el sistema de este Mercedes enfría la cabina hasta los refrescantes 17 °C incluso en las tardes más calurosas de Andalucía.

Mecánicamente, este 250 SE es una revelación, combinando fiabilidad con la emoción analógica que define a los verdaderos clásicos. En su corazón late el legendario motor M129 de seis cilindros en línea: un bloque de 2,5 litros (2496 cc) con árbol de levas en cabeza e inyección mecánica Bosch —el primer coche de producción en emplear esta tecnología avanzada—, entregando 150 CV a 5400 rpm y 212 Nm de par a 4000 rpm. Acoplado a una sedosa transmisión automática de 4 velocidades (con selector en la columna para esa auténtica sensación de los años 60), la potencia fluye a través de un diferencial de deslizamiento limitado hacia las ruedas traseras, garantizando un agarre firme en carreteras sinuosas.

Debajo, la ingeniería brilla: suspensión delantera independiente con brazos en A y muelles helicoidales ofrece dirección precisa mediante asistencia de bola recirculante, mientras la trasera semi-independiente con eje oscilante (brazos de empuje y ballestas) proporciona un confort complaciente sobre asfalto irregular.

Los frenos de disco originales han sido minuciosamente revisados y las recientes mejoras elevan la seguridad sin comprometer el legado. En 2025, el sistema de freno delantero derecho fue completamente sustituido por componentes OEM, incluyendo pinzas adaptadas para un tacto moderno manteniendo la mordida progresiva de la época. Asimismo, el cilindro maestro —procedente de proveedores alemanes originales— fue reemplazado. Y para esa sinfonía gutural bajo el capó, todo el sistema de escape fue renovado, sustituyendo cada tubo, silenciador y resonador por acero inoxidable para una longevidad a prueba de corrosión y un tono más rico y resonante que retumba contra los acantilados costeros.

Este no es un “reina de garaje” acumulando polvo; es un coche para conducir, mantenido con esmero y rodado 4-5 veces por semana para mantener los niveles óptimos de fluidos: aceite motor cambiado cada 5000 km, transmisión purgada bianualmente, refrigerante renovado con mezclas de etilenglicol y diferencial engrasado según especificación. Los últimos servicios incluyen ajuste de válvulas, inspección de cadena de distribución (sin elongación detectada) y puesta a punto de encendido con bujías y cables Bosch nuevos. El sistema de refrigeración, vital para el calor español, incorpora un radiador de alta capacidad y un electroventilador adicional para atascos veraniegos.

Poseer este 250 SE significa unirse a un selecto grupo de entusiastas que valoran lo intangible: el ronroneo del motor al girar la llave, el balanceo sutil sobre terreno ondulado, las miradas de admiración de otros coleccionistas. Es más que transporte: es un portal a una era en que los automóviles se construían para durar generaciones, fusionando prestaciones con poesía. Este bello ejemplar matriculado en España incluye título limpio.

Conduzca la leyenda.